Mi vida se desmorona como un castillo de naipes,
mis sentimientos se desnudaron ante ti
sin lograr repuesta que pudiera decidir
si aún merece la pena seguir
luchando por un imposible,
seguir intentando batirse
por algo menos que una fracción de calor
que provenía de tu inhóspito corazón,
sin tapar la sensación de frío
que mi alma empieza a anidar
sin cesar de tiritar...
se está preparando algo que puede
ser el final, o quizás
el principio del fin tanto da ya.
Para mí comienzan momentos difíciles,
segundos de oscuridad, instantes
de pesar que sólo pueden desembocar
en dejar de amar, en cesar de sentir
ese batir de mariposas en tu estómago
de cuando sabes que alguien está por ti,
cuando percibes aunque sea
en la distancia que están de cuando en cuando
pendientes un poco de ti.
Mi ánimo se ve resentido por ello,
normal... se ha truncado en desdicha
algo que antes era muy bello.
Cierto, cómo el pesar que invade el lugar
que antes ocupaban tan bellos sentimientos.
Complicidad entre dos personas
que se vio trucada por desazón,
por una gran sensación de alejamiento,
y sólo por un instante pude pararme y
notar que no era sólo una sensación,
era todo realidad y como tal se ha de aceptar.
Cuando algo así se escribe,
esto queda anotado de forma indeleble
en el corazón de ambos, es un contrato
que si antes no existía, ahora se ha convertido en
este trato, se acabó lo que se daba
y no hay manera de solucionarlo.
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