viernes, 25 de abril de 2008

A veces...

Parece que hay días, también algunas noches
en las que la razón se oculta y resurgen
los viejos temores, quizás atávicos pavores
que hace que dos personas que instantes antes
se juraban amor eterno, en un sólo momento
quieran olvidar tan sólo el pensar
en volver a contemplar la faz de esa persona
que para los dos era especial y que
desde la madrugada ya no lo será más.

Un equivoco, un tropiezo, un error hizo que
la pasión de la noche se convirtiera en duelo.
Fue un enfrentamiento en el cual uno de ellos
como en el pasado un guante a la cara del otro
ha tirado, y en esta ocasión ninguno de los dos
ha ganado.

La batalla ha terminado, pero ventaja de ello
ninguno ha logrado. Más aún, los dos han fracasado...
De todo lo que habían planeado
nada queda, sólo humo que aspira sin piedad
el tiempo en que no están juntos, separados
sin más por el espacio, el tiempo, las malditas
obligaciones. Las cuales son impuestas por
un sistema implacable, que en vez de echarles
un cable, sólo insiste en aplastarles, en estresarles,
en lograr que el cansancio, la ira atesorada en toda
una vida pasada resurga y confronte desde la noche
de ayer a dos personas que en esos momentos de odio
ya no son inteligentes, actúan por instinto, ellos se
autoprotegen...

Sólo intentan si acaso defenderse
pero no saben el error que ambos cometen,
ya que la solución no es el enfrentamiento, ya que
ambos nunca responden bien a la presión.

Quizás lleguen a la conclusión de que para estar así
de cuando en cuando sea mejor arrancar todo de
golpe y de cuajo, sin dejar raíz en el suelo que pueda
dejar florecer algo más bello, ya que no es del
interés de la chica ni de él conseguir hacer
resurgir de nuevo el amor.

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